Bullying. ¿Un nuevo fenómeno de acoso?
"En clase hay un compañero que siempre está solo. Hay unos chicos que no dejan de molestarle... No sólo se burlan, sino que continuamente le están haciendo bromas pesadas y le han puesto un mote humillante. Algunas veces incluso he visto como le empujaban a la salida de clase... Y le he visto llorar. Lo encuentro injusto, me gustaría hacer algo, pero tengo miedo que acaben haciendo lo mismo conmigo".
Este testigo muestra algunos de los elementos que definen lo que se conoce como bullying. Es un tema de reciente actualidad que no carece de seguidores ni detractores. ¿Se trata de un fenómeno nuevo? ¿O es algo que ha existido siempre? Y si aceptamos que ha existido siempre, ¿qué es lo que ha producido que ahora empiece a estudiarse en profundidad? ¿Hay una mayor sensibilización hacia la agresividad ahora que antes? La polémica está servida y hace falta dar soluciones a muchas incógnitas que, en general, no dejan a nadie indiferente.
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Orígenes de la palabra
La palabra que conocemos como bullying proviene del inglés (de bull, toro) y agrupa un conjunto muy diverso de conductas: incluye desde la violencia física hacia un compañero hasta la agresividad verbal, ya sea de forma directa (por ejemplo, insultar) o indirecta (más sutil, como difundir rumores falsos). Su carácter general hace necesario establecer minuciosamente los factores específicos que determinan que ante una situación determinada podamos hablar o no de bullying.
Los bullies o acosadores
El bully -por utilizar la palabra anglosajona- se fija básicamente en alguien que sea más débil a nivel físico, intelectual y/o social, y del abuso que ejerce extrae una sensación de superioridad, que le refuerza. Lo que acaba pasando es que el intimidador obtiene gratificaciones inmediatas a su conducta (cómo puede ser el hecho de sentirse protagonista) que le empujan a repetirla, creando una relación clara de dominio-sumisión.
De hecho, un factor crucial de la conducta de bullying es la asimetría radical entre el acosado y el acosador. Si el acosador típico es fuerte, corpulento y avispado, la víctimatípica es débil y tímida, y es fácil que acabe creyendo que no le queda otra opción que esperar que pase todo rápido, sin ninguna opción de escapar o replicar.
La víctima o blanco del acoso
La persona que sufre bullying es evidente que no lo pasa nada bien. Acostumbra a no decir nada porque se siente avergonzada y culpable. Piensa que le han cogido manía e incluso puede acabar creyendo aquello que le dicen los que abusan de él. Se siente humillada, indefensa y aislada, y en consecuencia, su autoestima queda negativamente afectada.
Es habitual que los padres no sepan nada, puesto que el miedo a preocuparlos o a parecer débil o un acusica hace que crea que explicarlo no hará más que empeorar las cosas; y por lo tanto, acaba por no ver salida a la pesadilla que está viviendo.
Nadie está fuera de peligro de convertirse en víctima de abuso escolar, pero pueden haber rasgos que hagan especialmente vulnerables a algunos, ya sea por carácter (como ser introvertido), por tener alguna característica física diferente (como llevar gafas o ser bajito) o por una característica académica (como ser un estudiante aplicado).
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